Por pmnoticias.tv
El replanteamiento de que la vivienda de interés social se reubique y regenere el centro de las ciudades en todo el país convirtió en ganadores del concurso estudiantil “Diseñar para habitar” a tres estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Monterrey.
Convocado por el Infonavit, el certamen recibió 198 propuestas de alumnos de diferentes estados, de entre las que se llevó el primer lugar la de Marcela Díaz Patton, María del Carmen González Fernández y Guillermo Antonio Vidal Nahas, los tres del noveno semestre.
Los estudiantes de la UDEM recibieron el reconocimiento durante el Foro Internacional de Vivienda Sustentable (FIVS), organizado por el Infonavit a finales de octubre, en la ciudad de México, después de competir contra otras siete iniciativas más.
Previo al foro, los ocho equipos estudiantiles seleccionados de entre los 198 concursantes fueron invitados a un taller de verano, en donde tomaron las últimas asesorías y presentaron las propuestas ante un jurado de la institución, para después, en agosto, recibir la notificación de este logro.
La idea de facilitar los traslados y la conexión urbana a los nuevos beneficiarios de la vivienda de interés de social, además de otorgarles el valor de la plusvalía en crecimiento de sus terrenos en zonas más céntricas, redondeó el planteamiento sobre una vivienda sustentable que presentaron los alumnos.
La convocatoria solicitaba la presentación de un proyecto de vivienda para cada una de las cuatro regiones del país (templada, árida, tropical y semihúmeda), fundamentadas en el concepto de sostenibilidad, según el nuevo Plan de Desarrollo de la Ejecutivo federal.
Marcela Díaz Patton señaló que una problemática que comparten algunas ciudades, es que las viviendas están ubicadas en la periferia, lo que dificulta los traslados y la conexión de sus habitantes con otras zonas de la ciudad.
“Una propuesta podía ser el centro, ya que se propuso cierta retícula para todas las ciudades; los primeros cuadros son prácticamente de las mismas dimensiones y esto nos da una base para hacer este proyecto repetible”, indicó.
En realidad, la propuesta de los alumnos consistió en una sola matriz que incluía algunas variantes que es posible “personalizar”, según las cuatro regiones, en cuanto a los materiales, la orientación, la cantidad de viviendas y la funcionalidad de todo el complejo.
Guillermo Antonio Vidal Nahas destacó que, cuando se les planteó el proyecto, la sostenibilidad se basaba únicamente en la consideración del clima, sin embargo, decidieron abarcar un proyecto más integral: la parte social y la parte económica.
“Para plantear un proyecto realmente sustentable tuvimos que estudiar estas tres vertientes (…) tuvimos que hacer un estudio profundo de estas ciudades”, explicó.
Otras de las observaciones, de acuerdo a Guillermo, fueron los parámetros de densidad de ese tipo de viviendas a las que llamaron de “copy-paste”.
“Desde el momento en que se da una vivienda igual a todas las personas, se pierde ese factor importante que es la sostenibilidad social, por buscar lo meramente económico”, afirmó.
El estudiante explicó que la expansión de la mancha urbana hacia la periferia ha provocado un descontrol en infraestructura social: “las personas tienen que irse lejos de hospitales, de espacios de entretenimiento, de escuelas, de sus trabajos, lo que deriva en una mala calidad de vida”.
María del Carmen González Fernández, por su parte, expuso que la clave de un replanteamiento para la vivienda de interés social en México está en que, a la vez que sea un negocio para los desarrolladores, sea un proyecto sostenible en el que no disminuya la calidad de vida de la gente.
“Pensando en que el 75 por ciento de los mexicanos viven en vivienda social no podemos considerar como un negocio el generar más a costa de la mala calidad de vida de la mayoría de los mexicanos”, sostuvo.
Además, el proyecto implica que las viviendas sean contempladas como una inversión para los beneficiarios, cuyos terrenos en zonas más céntricas tendrían una plusvalía en aumento, contrario a los desarrollos en la periferia de la ciudad.
“Es un valor importante que se ha perdido: pensar en que tu casa es la herencia o una inversión que ayuda a seguir avanzando económicamente”, detalló.
El proyecto llevó a los estudiantes a invertir cuatro meses, durante sus estudios en octavo semestre, asesorados por los profesores Gabriel Peña Tijerina y Carlos Estrada Zubía.