Por Pedro García
Van 300 mil millones de pesos en inversiones de los empresarios en el ámbito de un Presidente “comunista”…
En un ambiente de falta de Estado de Derecho y crisis de confianza, según dicen economistas y algunos expertos en finanzas, colaboradores de las grandes corporaciones privadas mexicanas, así como otros que opinan en programas financieros de la “tele” donde aseguran que México no tiene futuro con el actual gobierno. Averígüelo, Vargas.
Las corporaciones mexicanas y las multinacionales invierten hasta en la República Popular de China cuya sociedad es gobernada con dureza aunque el régimen está abierto a las inversiones.
No olvidemos que es la economía de moda que lo mismo importa que exporta, cuestión de ver las instrucciones de numerosos productos que pueblan los anaqueles de las grandes tiendas de autoservicio.
Los inversionistas in-ter-na-cio-na-les han respaldado incluso regímenes sangrientos, y han apoyado el derrocamiento de gobernantes, todo en aras de contar con un ambiente para hacer prósperos negocios. Y que no se mueva ni una hoja.
El caso mexicano registra momentos de tensión y conflicto entre el gobierno de AMLO y las empresas que mantienen relaciones de negocios que son dolosas para las finanzas de empresas paraestatales como la CFE.
En eso radica específicamente el duro desencuentro del régimen de la 4T y las corporaciones extranjeras.
El otro momento fue la cancelación del aeropuerto que se construía en Texcoco, obra donde el gobierno tuvo que liquidar económicamente los contratos que había en el gran proyecto.
Fuera de eso, el régimen ha ofrecido no estatizar la economía, no aumentar los impuestos, no cobrar moches por la asignación de las licitaciones, no incrementar los combustibles, entre otros manejos propios de lo que se da en llamar la ortodoxia macroeconómica, agradable a los empresarios, ni qué decir de la disciplina fiscal, que el gobierno no se sobregire, empujando al alza la inflación, principal demanda de los empresarios en los años del nacionalismo revolucionario.
Las cámaras empresariales, las regiomontanas por ejemplo, diario hacían declaraciones de condena contra la corrupción gubernamental, sindical y la de los políticos.
También, exigían la privatización de PEMEX y la CFE y reprochaban la galopante inflación, la economía ficción de los subsidios en productos básicos como la leche y la tortilla, y demandaban el achicamiento del gobierno y que hubiera un gasto corriente mínimo mediante la reducción de la burocracia, y que el gobierno desapareciera la Conasupo.
Luego Salinas, cumplió sus reclamos y ya nadie reprochó nada, ni siquiera la violencia política o el golpe económico a las mayorías mediante el “error de diciembre”, del cual se deslindan tanto Salinas como Ernesto Zedillo.
Y no hubo reclamo porque, efectivamente, se hicieron públicas las millonarias deudas privadas, de los empresarios, es decir, las mismas que sigue pagando el gobierno, vía el presupuesto integrado por los impuestos.