Por Pedro García
Dentro de 45 días es probable que el presidente de los Estados Unidos de América se declare –otra vez- insatisfecho con los cumplimientos del gobierno de México en el acuerdo para controlar a los migrantes centroamericanos.
Mientras tanto, no es fácil, creo, variar las exportaciones a mercados distintos al de EUA porque hay sectores productivos integrados a corporaciones que cuentan con clientes seguros en el vecino país.
Además del aprovechamiento del mayor mercado del mundo en donde grandes compañías invierten en México para exportar, precisamente a EUA.
Así que la relación comercial es casi inevitable.
Se opina la conveniencia de la diversificación de las exportaciones, ignorando que México tiene firmados numerosos tratados de comercio con países de distintas regiones del planeta y, sin embargo, los empresarios mexicanos y las corporaciones internacionales prefieren las transacciones con el vecino del norte.
Las relaciones con EUA son complicadas por la gestión coyuntural del presidente Donald Trump impositivo a más no poder y que no repara en la “buena vecindad” con el gobierno mexicano.
Buena vecindad en la cual solamente creemos los mexicanos toda vez que ningún presidente estadunidense comulga con ese concepto puesto que, es un lugar común decirlo, ellos no tienen amigos ni buenos vecinos, sólo intereses.