Por Pedro García
Desde un camión Tierra Propia-Chávez, surgió un grito simbólico de la permanente lucha de clases originada en Monterrey, Nuevo León con propagación a todo el país: ¡Esta es la que mueve a México¡ ¡Los obreros movemos a México!
Brazo en alto, un hombre mostraba su poderoso bícep en señal de dónde está la fuerza que apoya al presidente López Obrador, ocasión en la que automovilistas hicieron una caravana pidiendo a los nuevoleoneses que exijan al mandatario renuncie al cargo.
La manifestación, de uno, desde una unidad del servicio camionero, ese sí, un verdadero agobio, fue una expresión magnífica frente a los confortables vehículos de los antiAMLO, es decir, gente de clase media alta y alta.
Recordemos que lo que ahora se da en llamar polarización tiene un remitente contemporáneo en la lucha de clases obrero-patronales de Monterrey, donde naciera lo que ahora conocemos como Coparmex (Centro Patronal de Nuevo León).
Esa polarización ha tenido registros en extremo radicales, pues en suelo regiomontano ha habido durísimos enfrentamientos obrero-patronales. También, en el rechazo intolerante al Libro de Texto Gratuito en el sexenio del entonces presidente Adolfo López Mateos por parte de los propietarios de la educación privada.
La historia cubre todo el siglo veinte, y ahora el enfrentamiento revive en el régimen de López Obrador, el de la Cuarta Transformación, conocida casi por todos los mexicanos.
Si bien la caravana de protesta tuvo un tratamiento en los medios con cierta relevancia, nosotros consideramos que hay grandes diferencias de calidad en el tenor, es decir, en el discurso y en la calidad o autoridad social de quienes ahora impulsan, nada más y nada menos, que el derrocamiento del Presidente.
Eso no se hizo ni siquiera contra Luis Echeverría Álvarez al que se le achacó el homicidio del jerarca del empresariado nacional, el regiomontano, Eugenio Garza Sada. Sí hubo un pronunciamiento fortísimo contra LEA, pero luego las aguas calmaron, pero no el rencor de los empresarios de Monterrey contra el Ejecutivo federal quien, según los patrones regiomontanos, causó con José López Portillo la “docena (económica) trágica”, como autores de las crisis.
Actualmente, se trata de animar a que la gente a presione la renuncia de López Obrador al considerarlo comunista, estigma que, otrora, el régimen del PRI imponía no a los periodistas e intelectuales críticos sino a los opositores, incluidos los estudiantes masacrados el 2 de octubre de 1968 y el Jueves de Corpus en 1971.
También fue señalado de socialista el general Cárdenas, lo mismo López Mateos por haber introducido el Libro de Texto Gratuito, por ideologizante.
Tal es la raíz del término polarización o polarizar.
Para nosotros, es la lucha de clases, que se volvió a manifestar desde un camión de Tierra Propia-Chávez.
No olvidemos que la tierra propia fue parte de un programa de impulso a la vivienda de autoconstrucción, con las manos de los beneficiarios de los predios populares, muchos de ellos venidos a Monterrey de otras entidades del país en busca de oportunidades de trabajo, que todavía sigue llegando a este polo de desarrollo dominado ahora por las empresas mundiales que han ido absorbiendo a las empresas y bancos que eran del grupo de Los Diez